Acento mexicano y español


8-Abril-2013
Redacción SB
Ignacio Garibay reapareció en la Plaza México luego de la grave cornada que sufrió el pasado 17 de diciembre. Fue una gesta de hombre, de valiente.

Su esfuerzo se vio recompensado con el corte de una oreja, pero más importante aún que el propio trofeo fue el profesionalismo con el que se desenvolvió desde que partió plaza hasta que se despidió del juez al término del festejo.

Foto Agencias.
La muerte del primero de la tarde la brindó al periodista Carlos Loret de Mola, aficionado de “hueso colorado” al arte del “birlibirloque”, como le llamaba a la tauromaquia José Bergamín.
Ese burel fue soso pero con calidad, misma que aprovechó el capitalino en tandas emotivas de naturales en las que marcó perfectamente los tres tiempos del muletazo: parar, templar y mandar.
Luego de una estocada desprendida saludó desde el tercio. Pudo cortar una oreja, pero la autoridad no atendió la petición del público que registró una buena entrada.
El momento álgido de su actuación llegó con el tercero, al que lanceó cadenciosamente a la verónica. Jugando los brazos y acompañando con la cintura el viaje de “Fero” trazó el lance fundamental del toreo que arrancó fuertes palmas.

Sabedor de lo difícil que es buscar oportunidades, le permitió al sobresaliente Rafael de Alba realizar un quite.Con la figura erguida, la mano baja y el corazón por delante, pergeñó tandas templadas y profundas de derechazos en las que parecía detener el tiempo por un instante. Aunque pinchó una ocasión antes de dejar una estocada entera, los aficionados, conmovidos por su trasteo, solicitaron una oreja que fue otorgada.

El tercero de su lote fue áspero y aunque buscó el lucimiento poca colaboración tuvo. Hay que significar que detrás de un gran torero hay siempre una gran cuadrilla y en ese burel, el varilarguero Adalberto Juárez pegó un soberbio puyazo; momentos después, Gustavo Campos no se quedó atrás y colocó dos extraordinarios pares de banderillas, por lo que ambos saludaron desde el tercio.

Parecía que el español José María Manzanares se iría de vacío pues sus dos primeros enemigos dejaron mucho qué desear.Sin embargo, el que cerró plaza, un astado colorado, le permitió recrearse en derechazos emocionantes que calaron hondo en el ánimo de los aficionados.

El español rubricó su artística faena con una estocada tendida y contraria que hizo doblar a “Pacharán”. El premio, un apéndice que paseó por el redondel en medio de fuertes palmas.El encierro de Xajay, bien presentado, dio juego desigual. Destacaron los astados lidiados en primero, tercero y sexto lugares.
La mácula de la tarde fue el descuido del ruedo por parte de la empresa, pues en la arena aún había confeti del festejo de hace ocho días y en las tablas, una inscripción hecha con tinta negra.

Seguramente, Garibay volverá al monumental escenario en la corrida del 5 de febrero, la corrida más esperada del año.